Todos los textos eróticos son iguales. Esto es así, no le busquéis el secreto, cualquier narración con tintes sensuales es muy parecida en cuanto a forma y contenido.
¿Por qué?
Como todo en la vida, este tipo de historias requieren de cierta práctica para evitar caer en la rutina —lo mismito que en la vida real—, por lo que si se carece de ella o de interés a la hora de escribir —o hay un interés excesivo en añadir una escena—, el resultado es que todas las escenas son iguales. Chica conoce chico, de pronto se gustan, de pronto empiezan a tener sexo.
La escena comienza siempre con besos, apasionados y/o hambrientos; prosigue con un acercamiento hacia los pechos, luego sigue hacia la entrepierna y ya, cuando la muchacha ha tenido su orgasmo, entonces llega el momento de llenar los vacíos. Esta es la escena más estándar. También está la escena clásica, la que se hace de pie contra la pared. Típica escena de empotramiento, vaya, para darle más vehemencia al tema. Shayla Black la utilizó en una de sus novelas más conocidas; eso sí, no era una típica escena de empotramiento, tardaron como diez páginas en llenar huecos y era necesario para que el libro no empezara arder.
Hay muchos artículos dónde explican cuáles son las peores formas de comenzar una historia. ¿Sabéis qué?, podéis hacer lo que queráis. Nadie puede decir cómo va a empezar tu historia, si es malo escribir un prólogo o comenzar por el final y contarlo del revés. Es vuestra historia, si tenéis la suficiente maestría para llevar a cabo todo tipo de experimentos, adelante.